domingo, 24 de febrero de 2013

Anemia Postparto

            La anemia después del nacimiento de un bebé (anemia postparto) es un problema frecuente en todo el mundo y para la mayoría de las mujeres se resuelve espontáneamente en unas semanas. La anemia a menudo se asocia con otros indicadores de la disminución de las reservas de hierro del cuerpo en los análisis sanguíneos. Durante el embarazo la mayoría de las mujeres muestra una disminución en la concentración de hemoglobina como parte de la respuesta normal al mismo, con un aumento del plasma y del volumen sanguíneo circulante, que protege a la mujer de la pérdida sanguínea asociada con el nacimiento. El umbral normalmente aceptado para la anemia en mujeres no embarazadas es de una concentración de hemoglobina de menos de 11 g/dl. Sin embargo, debe señalarse que éste es un valor estadísticamente derivado de las desviaciones de la media de la población, y no significa que la mujer tendrá necesariamente síntomas clínicos asociados con la anemia.
             La anemia en el período postparto puede manifestarse con una prevalencia en aumento de falta de aliento, cansancio, palpitaciones e infecciones maternas, en particular de las vías urinarias. Estos síntomas pueden afectar al cuidado del recién nacido, lo que puede influir en el enlace emocional de la madre con el recién nacido.
           Las transfusiones de sangre se han usado en el tratamiento de la anemia postparto pero existen riesgos asociados con su uso. Estos incluyen reacciones secundarias a la contaminación (más comúnmente con leucocitos o eritrocitos); infecciones (en particular hepatitis, virus de inmunodeficiencia humana [VIH] y citomegalovirus), sobrehidratación, reacciones alérgicas, lesión de pulmones y embolia gaseosa. Las reacciones inmunológicas pueden ser "menores" como fiebre, escalofríos, urticaria (erupción cutánea o urticaria), o más graves, como la hemólisis aguda (rotura de eritrocitos) ocasionada por la administración de sangre incompatible.  El coste de las transfusiones de sangre incluye los altos costes del cribaje (screening) de la sangre para detectar infección, y asegurar la administración y el almacenamiento de productos sanguíneos estériles, todo lo cual puede generar mayor carga económica.
              Dados los riesgos de la transfusión de sangre y las limitaciones financieras, se ha centrado la atención en otras formas de tratamiento de la anemia como las recomendaciones dietéticas y los suplementos de hierro.
            El suministro de hierro por vía oral se ha usado durante siglos como tratamiento para la anemia ferropénica y se ha utilizado para tratar la anemia ferropénica durante el embarazo. La administración de hierro por vía oral se asocia con algunos efectos secundarios, como el estreñimiento, las náuseas y la irritación gástrica. La administración de hierro por inyección se ha asociado al dolor y el enrojecimiento (eritema) en el lugar de la inyección, y una reacción rara vez anafiláctica, caracterizada por comezón, enrojecimiento y angioedema en casos graves (edema), colapso vascular, broncoespasmo (constricción de las vías respiratorias) y shock.
               Nosotras, por nuestra parte, nos limitaremos desde este pequeño espacio de comunicación con la mujer, a asesorarte en cómo mejorar el contenido de tu dieta en hierro y a proporcionarte información acerca de la suplementación con hierro, que tal vez tu médico te haya recomendado.
               Para empezar has de saber que hay dos clases de hierro: 
  • Hierro hemo (hemínico u orgánico) presente en los alimentos de origen animal (carnes, pescados y mariscos). Su absorción intestinal es buena (20-30%) y no es interferida por otros componentes de la dieta. 
  • Hierro no hemo (no hemínico o inorgánico) contenido en los alimentos vegetales como legumbres (judías, garbanzos, habas, lentejas y soja), cereales integrales, verduras verdes y frutos secos, aunque, curiosamente, es el que también se encuentra en la yema de huevo y en los lácteos. Es el hierro de los alimentos fortificados y de los suplementos farmacológicos de hierro. Su absorción intestinal es pobre (menos del 5%) y se modifica por las necesidades de hierro y por la composición de la dieta. La vitamina C (naranja, mandarina, kiwi, pomelo y tomate), el ácido málico (manzana) y el ácido tartárico (uvas) potencian la absorción del hierro no hem. El fosfato cálcico (leche, yogurt y otros lácteos), el ácido fítico (cereales integrales y legumbres) y los polifenoles (té, café y mate) inhiben la absorción del hierro no hem. 
         Como hemos dicho la absorción del hierro hemo es de un 20 a un 30% superior a la del no hemo, no obstante, una vez absorbido el organismo no distingue entre uno y otro, ambos se aprovechan igual metabólicamente lo que deshace el mito de que el hierro de la carne es mejor y a igualdad de calidad hay que considerar que un consumo excesivo de carne puede ser perjudicial a otros efectos.
 
         Incrementar la absorción del hierro inorgánico es tan fácil como acostumbrarse a añadir alimentos ricos en vitamina C en la dieta habitual. Las combinaciones posibles para mejorar la absorción son muchas y la imaginación y el gusto de cada uno serán la mejor fórmula para ello. A modo de ejemplo diremos las siguientes: 
  • Lentejas estofadas acompañadas de ensalada de tomate.
  • Ensaladas de judías o garbanzos con pimiento y/o brécol crudos o hervidos levemente al vapor.
  • Aliñar las ensaladas de hoja verde (lechuga, espinaca, rúcula, etc.) con jugo de limón en lugar de vinagre.
  • Si se bebe agua en las comidas se puede añadir el zumo de medio limón al vaso.
  • Terminar las comidas con frutas ricas en vitamina C: naranjas, kiwis, mandarinas, fresas, etc. 
        Consumir alimentos ricos en hierro es una parte importante del tratamiento de la anemia ferropénica. Sin embargo, a veces se necesitan suplementos de hierro para aumentar las reservas de este elemento en el cuerpo.
 
QUIÉN DEBE TOMAR HIERRO EXTRA
       
Los suplementos de hierro se pueden tomar en
forma de cápsulas, tabletas, tabletas masticables y líquidos. El tamaño de la tableta más común es de 325 mg. Cerciórate de que tu médico te explique cuántas píldoras debe tomar cada día y cuándo debe tomarlas. Tomar más hierro de lo que tu cuerpo necesita puede causar problemas médicos serios.
Para la mayoría de las mujeres, sus hemogramas deben volver a la normalidad después de dos meses de terapia con hierro. Sin embargo, a veces el suplemento de hierro debe continuarse durante otros 6 a 12 meses para reponer las reservas de hierro del cuerpo en la médula ósea.

SUGERENCIAS PARA TOMAR HIERRO 

           El hierro se absorbe mejor cuando se toma con el estómago vacío. Sin embargo, algunas personas tienen cólicos estomacales, náuseas y diarrea al tomar hierro y posiblemente necesiten tomar el hierro con una pequeña cantidad de alimento.
NO se debe tomar leche, calcio ni antiácidos al mismo tiempo que los suplementos de hierro. Debes esperar al menos 2 horas después de ingerirlos antes de tomar sus suplementos de hierro.
           Los alimentos que no debes comer al mismo tiempo que tomas el hierro abarcan:
• Alimentos ricos en fibra, como granos integrales, verduras crudas y salvado.
• Alimentos o bebidas con cafeína.
           Algunos médicos sugieren tomar un suplemento de vitamina C o jugo de naranja con la píldora de hierro para aumentar la absorción.
          Tu médico debe saber todos los medicamentos que estás tomando. Las tabletas de hierro pueden llevar a que otros fármacos que estés tomando no obren igual de bien. Los ejemplos son antibióticos como tetraciclina, penicilina y ciprofloxacina y fármacos usados para el mal de Parkinson y las convulsiones.  Deben transcurrir al menos 2 horas entre las dosis de estos fármacos y los suplementos de hierro.
              Si pasas por alto una dosis o se te olvida tomar tu medicamento, tómatelo tan pronto como puedas. Si ya casi es la hora para tu próxima dosis, espera hasta entonces para tomarte el medicamento y sáltate la dosis que pasaste por alto.

EFECTOS SECUNDARIOS Y SEGURIDAD

           El estreñimiento y la diarrea son muy comunes. Si el estreñimiento se convierte en un problema consúltalo con el profesional sanitario.
           Se pueden presentar náuseas y vómitos con las dosis más altas, pero se pueden controlar tomando hierro en cantidades más pequeñas. Pregúntale al médico con respecto a cambiar a otra forma de hierro en vez de simplemente suspenderlo.
          Las heces negras son normales al tomar tabletas de hierro. De hecho, esto se percibe como un signo de que las tabletas están obrando correctamente. Si las heces son de apariencia alquitranosa al igual que negras, si tienen vetas rojas o si se presentan cólicos, dolores agudos o dolor en el estómago, consulta inmediatamente con tu médico.
         Las formas líquidas de hierro pueden manchar tus dientes.
• Ensaya mezclando el hierro con agua u otros líquidos (tales como jugo de fruta o jugo de tomate) y tomando el medicamento con una pajilla.
• Las manchas por el hierro se pueden eliminar cepillándose los dientes con bicarbonato de soda o peróxido.
        Las tabletas se deben mantener en un lugar fresco (los botiquines de los baños pueden ser demasiado calientes y húmedos, lo cual puede provocar que las píldoras se desintegren).
        Mantén los suplementos de hierro fuera del alcance de los niños. Si tu hijo se traga una píldora de hierro, contacta inmediatamente con un centro de toxicología.

HIERRO Y LACTANCIA

          Si una madre sufre anemia ferropénica debe, por supuesto, tomar los suplementos de hierro adecuados. La concentración de hierro en la leche materna no aumenta al suplementar con hierro la dieta de la madre. La madre no anémica no necesita suplementos de hierro durante la lactancia. De hecho la ingesta dietética de referencia para el hierro disminuye a la mitad, de 18mg/día para la mujer a dulta a 9mg/día durante la lactancia. Esta disminución se debe a que, gracias a la amenorrea (ausencia de menstruación durante la lactancia materna exclusiva), la madre que lacta ahorra hierro.
 


Cris Valiño

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